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jueves, 11 de septiembre de 2025

Cómo ser un buen coach y ayudar realmente a las personas a crecer

 

En un mundo donde cada vez más personas buscan claridad, propósito y desarrollo profesional y personal, el rol del coach se vuelve más relevante que nunca. Pero no basta con tener un título o aplicar una metodología: ser un buen coach implica una combinación de habilidades, presencia y vocación de servicio que impactan de forma real en la vida de las personas.

Coaching no es dar consejos, ni dirigir, ni solucionar problemas ajenos. Es acompañar desde la escucha, el cuestionamiento y la confianza, para que cada persona descubra sus propios recursos, tome decisiones conscientes y avance hacia sus metas.

En este artículo exploramos qué significa realmente ser un buen coach y cómo puedes ayudar a otros a crecer de forma auténtica, ética y transformadora.


¿Qué es ser coach (y qué no es)?

Ser coach es crear un espacio seguro, sin juicio, donde la otra persona pueda explorar sus pensamientos, emociones, creencias y objetivos. A través de preguntas poderosas, escucha activa y presencia, el coach facilita procesos de toma de conciencia y acción.

No se trata de decirle al otro qué hacer, sino de ayudarle a descubrir lo que quiere hacer y cómo lograrlo.

Un buen coach:

  • No da soluciones, ayuda a que el otro las encuentre

  • No proyecta sus valores, escucha y respeta los del cliente

  • No se pone en el centro, deja el protagonismo al coachee

  • No dirige el proceso, lo facilita


Las claves para ser un buen coach

1. Escucha activa (de verdad)

No se trata solo de oír, sino de escuchar con todos los sentidos, captar lo que se dice, lo que no se dice y lo que se repite. La buena escucha crea confianza y conexión profunda.

2. Presencia total

El buen coach está completamente presente en cada sesión. No interrumpe, no anticipa, no se distrae. Está ahí, con el otro, en un espacio de respeto absoluto.

3. Hacer las preguntas correctas

Las buenas preguntas no buscan respuestas rápidas, sino activar la reflexión, abrir nuevas perspectivas y desbloquear creencias. Preguntar con intención y desde la curiosidad genuina es clave.

4. Generar confianza y confidencialidad

Una persona no se abre si no se siente segura. La base del coaching es la confianza mutua: saber que puede compartir sin juicio y que todo lo dicho quedará en ese espacio.

5. No tener agenda propia

El proceso es del cliente, no del coach. Aunque creas saber lo que “debería” hacer, debes respetar su ritmo, su momento y sus decisiones.

6. Compromiso ético y formación continua

Un buen coach se forma, se supervisa y respeta los códigos éticos. El crecimiento propio es parte esencial para acompañar a otros en su evolución.


Cómo ayudar a otros a crecer desde el coaching

El crecimiento no se impone, se acompaña. Aquí algunas formas en que un coach puede facilitar ese proceso:

  • Reflejar lo que la persona no ve: a veces una pregunta o una devolución hace visible una creencia limitante o un patrón inconsciente.

  • Celebrar los avances: muchas veces los pequeños logros pasan desapercibidos. Reconocerlos fortalece la confianza y la motivación.

  • Crear planes de acción concretos: el coaching no se queda en la reflexión, invita a la acción consciente y sostenible.

  • Mantener el foco en el objetivo: cuando la persona se dispersa o se desvía, el coach ayuda a volver al propósito inicial.

  • Sostener en la dificultad: acompañar sin presionar, animar sin intervenir, estar sin invadir. Esa es la verdadera presencia del coach.


Conclusión

Ser un buen coach no es solo una profesión, es una forma de estar al servicio del crecimiento de los demás. Es confiar en el potencial del otro incluso cuando él o ella aún no lo ve. Es ofrecer un espacio donde pueda redescubrirse, reorganizarse y avanzar con más claridad y fuerza.

Y para eso, se requiere algo más que técnica: se requiere autenticidad, respeto profundo por el otro y un compromiso constante con el propio desarrollo personal y profesional.

Porque al final, el mejor coaching no transforma desde las respuestas, sino desde las preguntas que despiertan lo que ya habita dentro de cada persona.

lunes, 25 de agosto de 2025

Siempre recibo un "no" en las entrevistas de trabajo: por qué pasa y cómo puedes cambiarlo

 Buscar empleo puede convertirse en un camino emocionalmente agotador, sobre todo cuando el esfuerzo no se traduce en resultados. Si llevas tiempo participando en procesos de selección y siempre recibes un “no” como respuesta, es normal que te sientas frustrado, desmotivado o incluso cuestionando tu valía.

Pero no estás solo. Y lo más importante: esto se puede cambiar.

En este artículo vamos a analizar por qué puede estar ocurriendo y, sobre todo, qué puedes hacer para transformar ese “no” repetido en oportunidades reales.


1. Entiende que un "no" no es un juicio personal

Primero, algo fundamental: no eres tú como persona quien es rechazado, sino tu perfil respecto a un puesto concreto, en un momento determinado, con unas necesidades específicas. A veces el rechazo tiene más que ver con factores externos que con tu capacidad o talento.

Aun así, si los “no” se repiten, es momento de reflexionar. Pero no desde la culpa, sino desde la mejora.


2. Revisa tu enfoque en el proceso

Aquí algunas áreas clave donde podrías estar perdiendo oportunidades sin darte cuenta:

❖ ¿Tu currículum está alineado con el puesto?

Un CV genérico no destaca. Es vital adaptar tu currículum a cada oferta, resaltando los logros más relevantes según lo que la empresa busca.

❖ ¿Tu perfil transmite claridad y coherencia?

Tu trayectoria debe tener un hilo conductor. A veces no se trata de tener “más experiencia”, sino de contar tu historia profesional de forma clara, estratégica y orientada al valor que puedes aportar.

❖ ¿Cómo es tu preparación previa a la entrevista?

¿Investigas sobre la empresa? ¿Conoces bien el puesto? ¿Te anticipas a las preguntas clave?
Prepararte bien es una señal de compromiso e interés, y marca la diferencia.

❖ ¿Estás mostrando seguridad (aunque tengas nervios)?

La forma en que comunicas tus logros, cómo respondes ante preguntas difíciles y tu lenguaje corporal dicen mucho más de ti que tus palabras. La seguridad no es arrogancia: es convicción sobre lo que puedes ofrecer.


3. Pide retroalimentación

Una gran oportunidad (poco aprovechada) es pedir feedback tras una entrevista. No todas las empresas responden, pero algunas sí te darán pistas valiosas para mejorar.

Una simple pregunta como:

“Agradezco la oportunidad de haber participado en el proceso. ¿Habría algún aspecto que podría mejorar para futuras entrevistas?”
puede abrirte puertas que ni imaginas.


4. Trabaja tu mentalidad

Cuando los “no” se acumulan, es fácil caer en el autosabotaje: “no valgo”, “nunca me van a contratar”, “algo hago mal”.
Pero cuidado: ese diálogo interno te desconecta de tu potencial y puede filtrarse en tu actitud durante las entrevistas.

Cambiar el “¿por qué siempre me dicen que no?” por “¿qué puedo aprender de este proceso?” ya es un cambio de enfoque que suma.


5. Potencia tu visibilidad y redes

Muchas veces, las oportunidades llegan más por recomendación que por currículum. ¿Estás trabajando tu red profesional? ¿Tienes un perfil de LinkedIn activo, claro y coherente con lo que ofreces?

Participar en eventos, generar contenido o simplemente conectar con personas del sector puede abrirte más puertas que enviar 50 CVs a ciegas.


6. Pide ayuda si la necesitas

Buscar empleo es también una habilidad. Si sientes que necesitas orientación, acudir a un coach profesional, un orientador laboral o una persona con experiencia puede ayudarte a identificar puntos ciegos y potenciar tu perfil.

No tienes por qué hacerlo solo.


Conclusión

Recibir muchos “no” no significa que no tengas valor, sino que aún no has afinado del todo cómo lo estás comunicando, hacia dónde estás mirando o desde qué actitud te estás mostrando.

Transformar los “no” en oportunidades no es cuestión de suerte, sino de estrategia, enfoque y confianza.

Recuerda: el sí que buscas también te está buscando a ti. Prepárate para recibirlo.